Deterioro del tejido social
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El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) retomó la realización del Informe sobre Desarrollo Humano en Chile a una década de su último estudio, pausado debido a que el país había alcanzado niveles “altos” de ingreso y desarrollo humano. La “villanización” de la clase política y la distancia entre la ciudadanía y las élites son dos de los hallazgos que más preocupan, así como también lo mucho que ha crecido la sensación de que el país está estancado y la responsabilidad que en ello cabe a los representantes populares.
De acuerdocon el informe, el 59% de las personas entrevistadas considera que Chile ha empeorado en los últimos años -en 2013 bordeaba el 20%-, el 88% desea cambios y un 67% adjudica el estancamiento y el deterioro a los liderazgos del Gobierno y de la oposición. Las cifras son, así, un poderoso llamado de atención a la política. Por otro lado, el 57% prefiere que los cambios que se emprendan sean graduales y el 70% está bastante o muy dispuesto a apoyar un liderazgo cuyas promesas tarden en hacerse realidad, pero que vayan en la dirección correcta.
¿Qué le espera a Chile si los liderazgos políticos persisten en tratar la seguridad, el crecimiento y los derechos sociales como ideas irreconciliables?
En la presentación del informe, el Presidente Gabriel Boric admitió que para alcanzar acuerdos muchas veces se debe aceptar resultados subóptimos, pero realistas ante las necesidades urgentes que tiene el país. Hasta ahora, lo que ha caracterizado el debate entre oposición y oficialismo es precisamente la pertinacia de ambos sectores en defender sus convicciones, dejando ante la ciudadanía una imagen obstruccionista.
En este contexto, las apreciaciones del PNUD sobre Chile apuntan al deterioro del tejido social y la imposibilidad aparente de la clase política por salir de la lógica del todo o nada, ante una realidad en que las personas no quieren elegir entre seguridad ciudadana o derechos sociales, o entre derechos sociales y crecimiento económico, sino que demandan ambas cosas, al mismo tiempo.
¿Qué le espera a Chile si los liderazgos políticos de todos los colores persisten en tratar la seguridad, el crecimiento y los derechos sociales como ideas irreconciliables, convirtiendo estas demandas en una batalla electoral permanente? Para que el país y su gente avancen, es esencial reconstruir la confianza en las instituciones, en el estado de Derecho, en la política y en la resolución pacífica de los conflictos. Los líderes políticos deben escuchar a la ciudadanía en toda su complejidad, sin reducir sus necesidades a dicotomías simplistas. Si el tejido social está fracturándose, es responsabilidad de las élites y la política restaurarlo, para que sobre él se construya un futuro sólido y estable.